lunes, 2 de junio de 2008

Los Papalagi que dan vida y los Papalagi que dan muerte



Un hombre bajito de pronunciadas entradas y semblante relajado hablaba a su pueblo. Tuiavii era un jefe Samoano de la isla de Tiavea que, con gran retórica, la de aquellos hombres sabios, pronunciaba un discurso a su gente.
Acababa de llegar de un largo viaje, allá donde se pierden los mares, llevado por el impulso inconsciente de conocer a aquellos hombres pálidos, que a pesar de ser como él se mostraban diferentes. Lo que vio en su largo peregrinar por Europa no le gustó. Descubrió un mundo que le resultó grotesco y que nada tenía que ver con la vida sencilla y despreocupada de los isleños de Samoa.
Tuiavii advertía a sus hijos sobre los “Papalagi”, como nos llamó, que traducido del Samoano significa “Hombre Blanco“. Sus discursos eran un llamamiento a todos los Pueblos del Pacífico para que cortaran sus ataduras con la gente iluminada, con los Papalagi.
Pero hoy no voy a hablar de Tuiavii, ni de Samoa, tampoco lo haré de Tiavea, hoy quiero hablar de los “Papalagi”, concretamente de los Papalagi que dan vida y de los Papalagi que dan muerte.
Yo nací aquí, con los Papalagi, por eso soy un Papalagi. Pero a veces echo a volar mi mente y me hamaco en una playa cálida de arenas blancas y aguas cristalinas. Me gusta ser azuzado por una brisa suave que mece las palmeras que me rodean y me dan cobijo. He descubierto que yo también soy hijo de Tuiavii y parte de Tiavea.

A diferencia de los Papalagi que dan muerte decidí ser un Papalagi que da vida, decidí ser “Bombero”. Aquí conocí a otros Papalagi que, junto a mí, o yo junto a ellos, decidimos dedicar nuestras vidas a dar a los demás, a dar vida, porque cada vez que damos, salvamos la cadena de acontecimientos que germinan en el milagro de la vida.
Los Papalagi que dan muerte nos deshonran. Van cargados con su guadaña y sus bombas, creyéndose sus argumentos sin saber que ellos también son parte de Tiavea. Son ciegos y no ven, son insensibles y no oyen. No sienten el latido del corazón de un niño, son incapaces de recrearse en la mirada de un padre y una madre. Sienten odio y por eso me dan pena, porque nunca sabrán lo que se siente siendo un Papalagi que da vida en vez de quitarla.
Hemos arriesgado nuestras vidas en esta profesión tan gratificante y seguiremos haciéndolo porque es lo que elegimos hacer y a pesar de los Papalagi que dan muerte, ojalá el jefe samoano, Tuiavii, encuentre un hueco en su corazón para nosotros, los que honramos la vida.
Fuente: “Los Papalagi”, discursos de Tuiavii de Tiavea, jefe Samoano, reunidos por Erich Scheurmaun.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola hermanito "papalagi". Estoy muy orgullosa de que lo seas y me encanta tu blog. Incluso fui una de tus primeras comentaristas aunque tu no lo sabes. Besos para ti y Milena.
Calculator.

LI dijo...

Holaaaaa mi hermanita de Tiavea, muchas gracias por tus comentarios y te animo a que tu también hagas tu blog, pues es muy entretenido y te mantiene despierto, ya que te obliga a pensar, interiorizar, escribir, etc. Aunque sé que a veces no hay mucho tiempo y se está cansado por tanto trabajo. Por eso intenta disfrutar y si no espero que lo hagamos prontito por ese maravilloso país que es Chile.
Un besazo para ti, para Oscar y para Adrián.
Besazos

Anónimo dijo...

Simplemente no puedo dejar de leer lo que has escrito, me llevas a esos lugares que has visto y vivido tan intensamente, y la MAGIA de tus fotografías convierten tu blog en una puerta hacia esos lugares, Fantástico Andrade, no dejes de escribir...