lunes, 13 de octubre de 2008

Vive la "fiesta" de mi muerte.



Nací, crecí y viví para ser libre, pero mi muerte se convirtió en un espectáculo de gritos, sangre, tortura, lujuria y depravación, nada que se le parezca a la muerte digna que tiene que tener cualquier ser vivo.
Las campiñas verdes que me invitaban a corretear, a rezongar y, por qué no voy a decirlo, a retozar con las vacas que merodeaban coquetas a mi alrededor, son una nebulosa en mi mente, un recuerdo frustrante y desolador en estos momentos de tristeza. Ahora, ahora que cuelgo en este gancho carnicero veo a mis destripadores sonreír mientras rajan mi estómago y desparraman mis tripas por el suelo.

Me despojaron de las orejas y de mi hopo abundante en pelo, ese rabito que movía y lucía tan lustrosamente espantando moscas y moscones mientras me sentía el rey de los campos y praderas. No me pregunten cómo ni por qué, pues eso ya no me importa, solo sé que me arrancaron la vida y la libertad.



Yo nunca quise hacer daño, solo luché por vivir, por seguir respirando el aroma de la hierba recién mojada, por seguir bañándome en la luna llena de noches fosforescentes, amor de toro y luna, ese que dio lugar a poesías y canciones.


Pero creo que estoy dando muchas vueltas y seguramente les aburro con tanta perorata, aunque si disponen de unos minutos, esos que me faltan para dejar de ser tan bravo, quizá pueda explicarles cómo he llegado hasta aquí, a esta situación tan desesperada y aparatosa.

Me vinieron a buscar una mañana muy temprano. Mi hocico me decía que ese día no iba a ser como los que estaba acostumbrado a vivir en aquellos inmensos campos de verdes pastos y rabos sugerentes, allá, en la lontananza, donde enredaba a mis anchas.
La brusquedad del traslado me hizo presagiar que algo extraño iba a suceder, algo que me llevaba a un destino fatal. Claro está que yo, siendo un toro bravo y de casta como soy, me resistía a que me impusieran otra voluntad que no fuera la mía y, por qué no voy a decirlo, si la madre naturaleza me había dotado de estos cuernos y de esta fuerza descomunal, ¿cuál sería la razón para no usarlos legítimamente?

En mi inocencia animal nunca embestí con engaño, nunca utilicé artes ni artimañas traicioneras. Quizá esa fue mi perdición, pues inmediatamente me dí cuenta que perdería la partida desde el momento en que sentí el puyazo que me hizo sangrar por primera vez en mi vida. Ese bípedo que conocía de lejos y que nunca entró en mi territorio, ahora me zarandeaba acostumbrado a jugar con mentiras y ardides, con saña y sadismo. Mi desesperación y mi agobio iban creciendo con cada golpe que recibía, con cada deshonra que me infringían.


Todo sucedió rápidamente, aunque el sufrimiento que aún arde en mis vísceras parece como si quisiera permanecer adherido a mi cuero negruzco toda la eternidad, como savia pringosa de árbol mortecino. Ahora, destripado, desorejado y humillado solo espero el estoque final, pues en la euforia de la celebración sanguinaria de mi muerte tortuosa, se olvidaron de rematarme definitivamente, de acabar con mi agonía y me engancharon a cuatro mulos malolientes y aquí me dejaron, colgado como un pendejo, para ser testigo y consciente de cómo unos eunucos pendencieros descuartizan a este toro bravo que una vez fui, con tan malas habilidades y mañas que aún sigo vivo para relatarles esta desgracia.

Sigo dando vueltas y vueltas, pero como les decía al principio todo fue confuso. En mi furia desatada, entre bastonazos, pinchazos, trancazos y la oscuridad del cajón en el que me metieron, se abrió un portón al que presto me lancé como un loco, viendo en aquella abertura el escape a mi infortunio, lleno de miedo y agonía. Si amigos, no se lleven a engaños, pues aunque ahí me vean tan pesado y voluminoso, mis delgadas patas pueden llevarme raudo como el viento, veloz como un soplo. Para que vean que no les engaño pueden preguntarle a la “vaca chicuelita”, que aunque corría y corría nunca escapaba a mis envites amorosos, a la cual hice retozar tantas veces en un tolón - tolón de placer sin igual.
Pero allí estaba yo, corriendo como poseso sin encontrar esquinas ni recovecos, en aquel lugar circular que más bien me parecía una cárcel, entre gritos y destellos que aparecían y desaparecían como de la nada.


Me cansé prontamente, pues no caí en la cuenta que para entonces había perdido mucha sangre. Nunca imaginé que aún me quedara tanto y tanto de ese líquido en el cuerpo; elemento espeso que derramé a raudales por todos los agujeros que me abrieron. La vomité por la boca, la expulsé por la corcova, cayó por donde no sabía que podía derramarla y no la eche por el meato porque en la tragedia de mi muerte me resistía a comportarme como indecente. Aunque, ay de mi, hubiera echado hasta el mondongo si con ello me hubiera garantizado la huída de mis verdugos torturadores y los agravios matariles que me dieron.

“Olé, olé…” Sonido inocuo y cochambroso ¿Qué era ese griterío que resonaba en mis oídos? ¿Qué clase de bestias irracionales me rodeaban? ¿Qué podía haberles hecho yo? A aquello le llamaban fiesta, arte, diversión y yo era el invitado principal, aquel al que no habían pedido opinión, el bufón del reino al que iban a tronchar morcilleramente.




Me pusieron ante un muro y lo embestí, pues como ya dije esa es mi naturaleza, pero esta vez actué más por el miedo que empezó a embargarme que por el poderío de toro bravo. Una y otra vez, una y otra vez y así hasta cuatro veces retorcieron sobre mí una pica de dimensiones descomunales. Un dolor irresistible se agarró de mi lomo dejándome casi sin sentido. En el cuello, delante de la cruz se había abierto una brecha de 14 centímetros de profundidad y 40 de extensión por la que emanaba la sangre que aún quedaba en mi cuerpo como efluvio de fuente matutina, agotando más si cabe mis fuerzas, penetrando y perforando un pulmón, que me desangró hasta límites incomprensibles, destrozándome los músculos del trapecio, del romboideo, del espinoso y semiespinoso, de los serratos y transversos del cuello, lesionándome, además, los vasos sanguíneos y los nervios.




Hecho una piltrafa, no por ello iba a dejar de demostrar mi valor y mi entereza y entre pases de capote y de muleta iba camino a un final anunciado, ya a estas alturas, deseado. Pero que equivocado que estaba si creía que la muerte presta iba a acudir en mi auxilio y a acabar este tormento. Afilados arpones de 8 centímetros empezaron a clavarme en el mismo sitio ya dañado, evitando que la hemorragia desbocada diera una tregua a este cuerpo tan maltrecho. El roce de la muleta, el movimiento y el peso de las banderillas prolongaron el ahondamiento y el destroce de las heridas internas, desgarrándome los tejidos y la piel que una vez lucí tan lustrosamente.

Delante de mí se pone ese Pavo Real, sacando pecho, creyéndose tan valiente y un gran artista, pero ya a estas alturas me da igual, solo le pido que haga penetrar el acero frío en mí cuanto antes. Pero su bravata machista parece que no tiene límites ni final. Si pudiera levantar la cabeza y seguir embistiendo, pero mi columna vertebral está desgajada y malherida.
Finalmente, me atraviesa con 80 centímetros de espada que me destroza el hígado, los pulmones, la pleura y la arteria mayor, lo que hace que vomite sangre a raudales por la boca y la nariz. Me tambaleo y busco por última vez una salida que me lleve a mis verdes prados, al barro fresco y seductor que se forma después de esas lluvias otoñales y que me empapaban por entero. Y mientras busco la puerta por la que me hicieron entrar en este ruedo de muerte, me apuñalan en la nuca, una y otra vez, hasta que caigo en la arena mojada por mi propia sangre.



Un matarife, cateto y analfabeto me secciona la médula espinal, bueno, o eso intenta, porque en su incompetencia no ha conseguido seccionarla y aquí estoy como les dijera, vivo y consciente todavía, siendo arrastrado por estos mulos, entre vítores, gritos y alaridos camino al gancho del descuartizamiento.



Ustedes me perdonen si estas fotos que les muestro son desagradables e hirientes para la sensibilidad, pero es la historia de mi existencia y aunque no pretendo hacerles cambiar de hábitos y costumbres, quería hacerles partícipe de mi vida y de mi muerte, pues dicen que en la verdad no hay traición ni engaño siendo esta mi realidad que es la única que tengo.
Ahora me despido de ustedes, pues ya la agonía ha llegado a su fin y vuelvo a mis campos serranos que un día me vieron nacer y crecer en libertad.



Fuentes Fotos: www.torosdelidia.org y www. taringa.net

11 comentarios:

Norma dijo...

Por dios que trizte pero una realidad viviente diaria las fotos me dan mucha pena siento al leer , el dolor que debe sentir este animalito la verdad que crueles somos , pensamos en nosotros y no en el sufrimeinto de aquel que pide no me hagas sufrir.
yo no soy participe de la muerte asi tan cruel de los toros en peru tambien se hace la corrida de toros y yo de pensar que lo mataban de esa manera sufria. ahora me pongo a pensar , que dolor tan grande sienten ellos.
cruel pero real y hay que saber apreciar la vida de los demas aunque estos sean animales pues tienen el mismo derecho a vivir.
saluditos li me encanto esta historia como siempre excelente. te deseo un hermoso dia lleno de mucha luz y alegria.

LI dijo...

Hola Norma, que gusto verte por aquí nuevamente.
A veces en la vida hay que ponerse en el lugar del otro, aunque ese otro sea un animal, pero no carente de sentimientos y emociones. A veces, cuando observo a mi perrita, veo en ella lo que me cuesta ver en los seres humanos, cuanto más no sentir como propio el dolor que pueda sentir.
Lo más grave de todo es la deshumanización y la barbarie a la que hemos llegado, rompiendo todo equilibrio que nos hace seres de este planeta, con el respeto que todos nos merecemos. Ver como espectáculo, la tortura, la sangre, el dolor y la inhumanidad, aunque sea de un animal, me pone enfermo y pienso que el lugar que debimos ocupar en este planeta como especie debe llegar a su fin como llegó el de los dinosaurios, pues no hemos entendido nada, ni siquiera somos capaces de proteger a nuestra propia especie.
Bueno Norma, el mundo y su capacidad de regenerarse volverá a su cauce aunque sea sin nosotros, pues no tenemos la patente de corso sobre este bello mundo.
Un abrazo muy fuerte para ti y tu familia.

Wilka dijo...

Hola José Luis, he recibido parte de tu nueva nota. En un principio creí que era un doble sentido y mas que nada una metáfora de tu vida o algo así. Pero ahora que he continuado leyendo la nota en el blog veo que te pones en el lugar del toro y tratas de expresar lo que podría sentir el animal al ser negado a su libertad y la forma tan horrible que tienen de morir.

Bueno, es una historia triste, pero debo ser sincera, yo me muero de ganas de asistir a un espectáculo de esta naturaleza, pero pienso que es mas que nada por ver y palpar una tradición tan popular, ya que para nadie es ajeno este sufrimiento.

Cariños..C&W.

LI dijo...

Ah!!! que simpático, pero no, no se preocupen que yo todavía no voy a "vivir la fiesta de mi muerte", jejejejeje.
Entiendo perfectamente que te sientas atraída por la fiesta de los Toros, agradezco tu sinceridad, pero no es casualidad que la llamen "fiesta", por toda la parafernalia que la rodea y lo arraigado que está en este país, a pesar de los detractores que tiene.
Acá en España se prohibieron fiestas populares como tirar una cabra desde un campanario o colgarse de la cabeza de un pollo hasta que se la arrancaban. Pero cuando hablamos de los Toros es otra cosa, pues hay muchos intereses por medio, un anclaje muy fuerte en el franquismo, etc., etc.
No obstante no por ello yo comparto dicha fiesta aunque sea tradición popular como dicen y, aunque no pretendo convercer ni ser portador de moralidades (igual que el toro protagonista de esta historia que dice al final, "no pretendo cambiar hábitos ni costumbres"), creo que la barbarie hecha espectáculo es salvaje e indigna de la humanidad.
También te diré que fiestas populares, tradiciones culturales, etc., etc., en el mundo hay muchas, sino mira esta página web: http://www.dogguie.com/brutal-matanza-de-calderones-en-dinamarca/
y fíjense bien en las fotos.
O esta otra, sobre la tradición cultural y popular de la ablación: http://www.elmundo.es/elmundo/2005/11/24/solidaridad/1132844619.html
Y así podríamos pasarnos un buen rato con ejemplos y ejemplos.
La tortura, la barbarie, el sadismo y un largo etcétera, se practique contra quien se practique, nos hace indignos y nos dehonra.
Espero que si algún día asistes a una la fiesta de los toros, no sufras mucho...
Un saludo muy fuerte para ti y para Wil

Wilka dijo...

Te encuentro toda la razón Li, y estoy segura que una vez que vea eso no quedré ir mas. Lo de las otras tradicionas las había escuchado y me parecen tremendas, que pasa con tanto sadismo en España?, como buen Catalán entiendo que seas un contrario a las corridas de toros, pero creo que ahora han reanudado estas fiestas en Barcelona y Valencia?, es así?
Gracias por tu comentario. Saludos Kako.

LI dijo...

Hola Kw, lo que ocurre es que en España hay tradiciones que están muy arraigadas en el pasado y que durante la etapa franquista se potenciaron en un intento de atraer al turismo, basado en el folklorismo, en las fiestas populares, en el sol, playas, etc., etc.
En la actualidad los medios de comunicación han potenciado la visión de los toros (fíjense en los San Fermines, etc.) y han convertido a los toreros poco más o menos que en "héroes nacionales" y en gigolos al estilo "latin lover", protagonistas de la prensa rosa que los ensalza hasta extremos indecibles. Los toreros, por otro lado, suelen ser analfabetos en muchos casos, nacidos mayoritariamente en el sur de la Península y que buscan salir de la pobreza metiéndose en esto del toro. Todo se mezcla con una devoción religiosa que roza con el fanatismo (esto ya lo decía poéticamente Antonio Machado con el "Cristo de los gitanos") y así podríamos estar un buen rato. Toda esta mezcla es un cóctel sugerente para el que viene de fuera que ve en estos espectáculos una "fiesta de diversión". Para mi: sadismo puro y duro. Imaginen que lo que le hacen al toro se lo hicieran a un león, a un guepardo, a un caballo o a otro animal, la que se habría montado ¿no crees?
Yo con estas palabras casi que estoy cometiendo un sacrilegio en este país, pero me da igual y para que te hagas una idea, ayer el Rey de España le concedió el premio de Bellas Artes, junto con cineastas, literatos, etc., etc., al torero José Tomás, lo puedes ver en http://www.elpais.com/articulo/Galicia/Reyes/entregan/Coruna/22/Medallas/Oro/Bellas/Artes/elpepiautgal/20081016elpgal_13/Tes.
No hace mucho pusieron una noticia acá en España que poco más o menos demonizaba a los chinos poque en una especie de zoológico a modo de Parque Jurásico soltaban una vaca para ver como los leones se la comían, mientras los chinos disfrutan del espectáculo detras de las barreras. ¿Te parece sádico? pues el león no hace sufrir ni un 1% a la vaca en comparación a lo que hacen sufrir a un toro en la corridas.
Por otro lado eso que dicen que el torero se juega la vida, pues te diré que el toro es desangrado para que pierda fuerzas antes de salir al ruedo, así que lo de jugarse la vida es relativo. Si bien hay toreros que son pillados por el toro y han muerto unos cuantos, te puedo decir que encima de un andamio en una construcción mueren muchos más obreros y nadie les coloca la medalla de héroes ni valientes.
Como una vez les dije soy hijo de Madre Malagueña y de pequeño me tocó ir a corridas que me llevaban mis tíos, etc., a Ronda m(¿la conocen?) y les puedo asegurar que no tengo un buen recuerdo. Era un niño siendo testigo del sadismo en su forma más cruel.
Lo de Barcelona y Valencia lo desconozco, voy a indagar, pero no me extraña, si el Rey anda dando premios de Bellas Artes a asesinos de toros, ya me lo creo todo.
Por otro lado España no sólo tiene la patente de corso en brutalidades, sino recordar lo de Dinamarca, la devastación de la Selva Amazónica, las matanzas de focas en Canadá, la pesca de Ballenas de países tan desarrollados como Noruega y Japón a pesar de la prohibición internacional, por no hablar de tantos países que aún tienen la pena de muerte y las atrocidades que se cometen en el mundo.
Vaya rollo les solté, jejejejejjee, perdonen.
Un abrazo muy fuerte para los dos.
Li

Wilka dijo...

Super interesante tu rollo en todo caso. El tema me ha interesado mucho e indagaré para saber mas, hay mucho desconocimiento y reconozco que nos quedamos con la primera impresion, es decir el tema del toro atrae pero cuando conocemos un poco mas sobre ésto-como ahora-ya no tanto.
Cariños y encantada de seguir tu blog.
Ahora leo a Josep Pla, el cuaderno gris, lo conoces?, super interesante, época franquista y otras vainas, un libro precioso.
Cariños!

LI dijo...

Y muy agradecido a ustedes por escuchar (leer) el rollo que les dí.
Josep Plá, un buen escritor, periodista, divulador y defensor de la lengua catalana. Muy interesante es leerlo en catalán, les aseguro que es muy facilito.
Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

Hola li la verdad primera vez que doy con tu blog pero te digo que me parecio muy interezante y por eso lo lei completamente te comentoque justo hoy estaban hablando de este tema en la radio y que tambien hoy escribi un artículo sobre la matanza de focas bebés en canadá que es otro acto de barbarie todas son escusas tontas para estos actos quieren llamarlos cultur, deporte...? es muy tonto y cruel a la vez y me alegra saber que cada vez más gente toma conciencia de esto.
www.soloparajjs.blog.galeon.com

LI dijo...

Hola jjs, agradezco tu visita y siempre es recofortante saber que hay muchos amantes de los animales dispuestos a denunciar las barbaridades que se cometen contra esa pureza con la nos deleita la naturaleza.
Un saludo. Li

Núria dijo...

Li, tu relato me ha dejado totalmente impactada, sorprendente como nos has hecho llegar el sufrimiento del toro...De verdad que me deja maravillada la forma que tienes de escribir y transmitir.

Triste muy triste, que sigamos permitiendo el sufrimiento de otros seres humanos...

Un abrazo enorme.

Núria