sábado, 15 de noviembre de 2008

Cuarta Parte. Bolivia, Rurrenabaque: Laguna de Patos

La yema de su dedo recorría esa espina dorsal delicada y sugerente, ondeando en su viaje los montículos carnosos que casi se transparentaban. En su recorrido chocaba con finas gotas de agua que eclosionaban una detrás de otra, rompiéndose en su liberación y resbalando hasta la fina hierba de la selva. No se atrevía a atravesar la línea divisoria que separaba sus extremidades inferiores y volvía a ascender, temblando, sintiendo el ahogo placentero del zumbido de la sangre en su cabeza.
Anakoya lo miraba divertida, mostrando poco de esa timidez que tanto había hecho sufrir a Juancarí y giró su cuerpo desnudo para mostrarse en plenitud, entregándose por primera vez en su vida a un hombre - a su hombre -. Por eso no era extraño que su piel se ruborizara y se encogiera de pasión, que su cuerpo se tensara y que tuviera que hacer verdaderos esfuerzos para no llegar al éxtasis del orgasmo antes de que la poseyera en plenitud.



El sabor salado de su piel se mezclaba con el olor texturado de su cuerpo, con el aliento materializado en la incandescencia de la noche. Los sonidos del Amazonas se confundían con sus gemidos y lamentos, con sus fricciones y exaltaciones. El camino que dejaba con su lengua indicaba su objetivo y como en un fuego de ardores combustibles saboreó la perla de los mares en una ida y venida de colores, sintiendo en su boca el dulzor y el suave tacto que tanto había deseado, mojándose más y más con la esencia del vital licor de los dioses.
Levanta su cuerpo desnudo, con esa potencia desbordada, dispuesto a estallar en la fiebre desatada y en ese momento, sintiendo un calor desmesurado y apretado, revienta en mil relámpagos de eléctricos destellos, oyendo a su amada chillar en un jadeo constante. Son convulsiones en el bajo vientre que le hacen perder el sentido, que lo precipitan barranco abajo en una carrera descontrolada; una y otra vez, una y otra vez su líquido elemento se mezcla con la dúctil fragancia de su amada.

Los sonidos de la selva comienzan a recobrar su significado lentamente. Siente al “Tatú Carreta” excavando en la tierra mojada, al “Taruca” olfateando la hierba, al “Oso de Anteojos” retozando en el agua dulce del Beni y oye el leve chillido del “Mono Manechi” insistente, como queriendo despertarle de un letargo sensual y empalagoso, llevándole a un sufrimiento desmedido.
Juancarí abre los ojos y allí lo encuentra, al jaguar, erizado disponiéndose a saltar sobre él. Toda la noche ha seguido el curso del río tras el despojo ensangrentado que le servirá para alimentar a sus cachorros. Ahora se dispone a cobrar lo que es suyo.
“Carí el Manechi” solo tiene tiempo de rodar para volver al río, pero el jaguar ya está sobre él, cayendo al agua los dos y siendo arrastrados por la corriente. Por primera vez, en esa lucha por la supervivencia, Juancarí tiene ventaja frente a su verdugo y en un ataque de locura irrefrenable sumerge una y otra vez a yaguaraté bajo las aguas fangosas, sintiendo como el monstruoso animal pierde por momentos sus fuerzas.
100 kilos de poderío no es enemigo fácil y Juancarí siente un nuevo zarpazo en su hombro derecho que lo hace llorar de dolor, más si cabe. Pero esta vez no ha sido para atacar su cuerpo maltrecho, sino para salvar su vida de un ahogamiento seguro. El jaguar patalea para conseguir llegar a la orilla y Juancarí lo sumerge en su delirio desenfrenado con tanta rabia y enloquecimiento que la selva emite un sonido atronador como nunca antes se había sentido en ella. Pero una reacción incomprensible hace que “Carí el Manechi” suelte al felino para que consiga llegar a la orilla del río.
- ¿Por qué incomprensible razón he hecho eso?
Solo un Tacana sería capaz de sobrevivir a semejante carnicería, el recuerdo de su mujer Anakoya y de su hijo Ichema el Yaguaraté – nombre que pusieron a su hijo en honor a su hermano -, le lleva una y otra vez al mundo de los mortales.

6 comentarios:

Cristina dijo...

Me encanta Andrade, no dejes de escribir nunca.

LI dijo...

Hola Cristina. Tu siempre tienes palabras de aliento y de apoyo. Por mi parte también quiero alentarte y apoyarte para que todo te salga como deseas en la vida.
En relación a escribir, pues como buen chejoviano, me encanta escribir pequeños relatos cortos que tienen su pequeña base en relatos verídicos, como verás más adelante.
Un fuerte abrazo, Li

Cristina dijo...

UN ABRAZO GIGANTESCO PARA TI ANDRADE. MUCHAS GRACIAS POR TU CARIÑO, ES MARAVILLOSO TENER UN GRAN AMIGO COMO TÚ. POR SIEMPRE. CRISTINA

graciela dijo...

hola!!! leì el relato del viaje a la India muy ameno , con un lenguaje muy natural y espotáneo...como escuchar a la persona...
Desde Uruguay un saludo Graciela

LI dijo...

El lenguaje de la saliva sugerente. La calima de la roca estallada..., en su cordillera. Juguetea en su interior, quiere dsplegarse en esa fragancia... La sangre lo agranda, le palpita, es la vitalidad de la existencia. Volverá a sus raíces y un sonido desgarrado pedirá un hálilto de aire.
Su jugo espermódico da vida, da placer...

graciela dijo...

salvajemente hermoso........