viernes, 27 de noviembre de 2009

El Derecho de Vivir en Paz: Vietnam

4 comentarios:

majose dijo...

Querido amigo Li, que gusto encontrar por aquí nuevas cosas.
ya se te echaba en falta!
he visto la foto de la avioneta, cuéntanos..
por aquí el aire se debate entre el gris plomizo que se tizna con el ahogante humo de las chimeneas y el fulgor blanco deslumbrante de Sierra Nevada -como crema blanquecina que une dos grisáceas capas con variantes texturas-
es el monocolor granadino por excelencia.
un besote desde Granada. hasta pronto Li!
majosé :)

Agustin dijo...

LIIIIIIIII... HOLAAAAAAA...
Joder amigo, cuanto tiempo si saber nada de ti... ¿Te debemos algo?
Has aparecido con una entrada de peso... VIVIR EN PAZ del pobre Victor Jara, que dificil, un par de "virtudes" del ser humano se me antoja que lo hacen imposible: la envidia y la avaricia. El día que estas desaparezcan todo será posible, mientras tanto...
Un saludo (Y no vuelvas a perderte)

LI dijo...

Hola querida amiga Majosé, siempre es un gusto saludar a los amigos y espero no perderme por mucho tiempo más...
Lo de la avioneta fue hace mucho tiempo atrás, en Perú, a punto de sobrevolar las líneas de Nazca. En fin, pronto escribiré algo sobre el tema.
Pero algo voy a decirte, pues como medio andaluz que soy, siempre consideré esas tierras multicolores, de chispeantes arcoiris, donde se mezclan en un estallido de vitalidad sus gentes con sus rostros alegres, sus paisajes, sus sentidos y placeres, lo más emocionante que viví otrora. A veces teñida de tristezas y sufrimientos, otras de pasiones desatadas y cantos a la luna.
Granada, Andalucía, la tierra que me albergó en mi niñez.
Un abrazo y ya pronto estamos de nuevo charlando.

LI dijo...

QUERIDO AMIGO MÍO Y COMPAÑERO AGUSTÍN, de verdad que tienes razón y he estado algo perdido, pero no muy lejos, solo estuve un reatito en Vietnam y de ahí la entrada, pues no encontré nada más lógico que saborear con una canción hermosa una mixtura de esos dos países que llevo grabados en mi corazón.
Cuando era niño me agarraba a la guitarra y (pidiéndole perdón a Víctor Jara) rascaba las cuerdas intentando emular sus cantos y canciones. Éramos jóvenes comprometidos, guiados por los ideales que todo jóven debe tener para no acabar agarrado a un botellón absurdo.
Después Chile se convirtió en mi segunda patria. Fíjate que decir el nombre de ese país es tener una experiencia simpática si estás a mi lado, pues mis cabellos se erizan en una danza graciosa de electrificantes pelos danzarines.
Y sin darme cuenta, sin saberlo pensé en comenzar una serie de escritos de Vietnam con una de las personas que admiro, Víctor, ese hombre cuya máxima arma fue una guitarra y que nunca tuvo un Premio Nóbel de la Paz, justo en el momento en que en Chile desenterraban sus huesos y por fin se hacía justicia al cantante, al hombre, al ser humano que nunca debió recibir las torturas y el plomo que recibió su cuerpo.
Aunque su alma se engrandeció para vergüenza de los asesinos...
Un gran abrazo mi amigo Agustín, que siempre te leo y me encantan tus palabras...
Li