¿Cuántos de nosotros ante la tópica y típica pregunta que se hace a los niños de: “qué quieres ser cuando seas mayor”, respondimos con un rotundo “quiero ser bombero…”?
Posiblemente muchos jugaron desde que tuvieron uso de razón con un camión de bomberos. A otros, como fue mi caso, el destino nos puso esta profesión delante a la cual aprendimos a respetar, a sentir y a, por qué no, amar. Se convirtió en algo vocacional, en algo digno de honrar, con toda la seriedad que ello implica, con todo el cariño que uno puede poner en aquello que siente.
El toque de las sirenas que indica el regreso de las unidades con el orgullo del deber cumplido, el saber que nuestro esfuerzo, nuestra entrega ha servido para que un padre pueda volver a abrazar a sus hijos, es algo que pocos podrán sentir. Yo me considero un privilegiado por ello.
Pero por desgracia no todos sentimos igual.
En los últimos tiempos un fenómeno se ha producido en nuestra sociedad. Cantidad ingente de “opositores profesionales” que buscan el refugio del trabajo funcionarial ha inundado los Parques de Bomberos. Son individuos que están amparados por oposiciones amañadas sin ninguna credibilidad profesional, convocatorias que funcionan como puros trámites administrativos donde los futuros “bomberos” son vistos como números y no como potenciales profesionales, individuos carentes de preparación profesional por la inexistencia de unos estudios reglados para el acceso a bomberos, personajes instruidos en “barracones de formación” por oportunistas que utilizan el tráfico de influencias para colocar sus test en las administraciones y vender titulillos a todo aquel que esté dispuesto a pagar un buen precio.
Y lo lamentable, el drama de todo esto es que entre esa gigantesca masa de opositores estarán muchos bomberos que nunca, ni con esfuerzo, ni con dedicación, ni con vocación podrán ser bomberos. Porque ser bombero es algo que se siente, no que se es por el hecho de llevar un uniforme.
Que nadie se llame a engaño, porque yo he visto a individuos copar plazas de bomberos teniendo auténtico vértigo, entrar lisiados a los que hay que mantener de por vida, gandules empedernidos calentadores de camas al más puro estilo machanguito. Otros que su incapacidad y nulidad les llevará a ocupar puestos sindicales para hacerse intocables, para manipular a los demás, para no aparecer por el trabajo y pasarse el día en la playa con horas sindicales, para conseguir cargos y privilegios. Individuos que justificarán en el “síndrome del estrés post-traumático” su drogodependencia, su alcoholismo, su pereza, su ineptitud, su cobardía o su miedo a ponerse ante el fuego.
He visto a individuos perversos manipular a bobalicones sin personalidad ninguna, con resentimientos hacia los buenos profesionales, carentes de mínima disciplina profesional, chulitos de poca monta que se enfadan y piden explicaciones porque se les manda a una emergencia o se les dice que se pongan el equipo de protección personal. Personajes malévolos capaces de destruir con sus críticas malintencionadas, con sus odios y deformaciones mentales, culpabilizando siempre al otro de sus propias miserias.
Pero cuando nuevamente suene la sirena, cuando esa alarma irrumpa en la cotidianidad de los buenos bomberos, éstos saltarán por la cucaña para acudir a la emergencia. Mezclarán el sudor de su esfuerzo, se abrazarán por el orgullo del compromiso adquirido y regresarán a los Parques de Bomberos para seguir honrando esta profesión que llevan troquelada en el alma.
Posiblemente muchos jugaron desde que tuvieron uso de razón con un camión de bomberos. A otros, como fue mi caso, el destino nos puso esta profesión delante a la cual aprendimos a respetar, a sentir y a, por qué no, amar. Se convirtió en algo vocacional, en algo digno de honrar, con toda la seriedad que ello implica, con todo el cariño que uno puede poner en aquello que siente.
El toque de las sirenas que indica el regreso de las unidades con el orgullo del deber cumplido, el saber que nuestro esfuerzo, nuestra entrega ha servido para que un padre pueda volver a abrazar a sus hijos, es algo que pocos podrán sentir. Yo me considero un privilegiado por ello.
Pero por desgracia no todos sentimos igual.
En los últimos tiempos un fenómeno se ha producido en nuestra sociedad. Cantidad ingente de “opositores profesionales” que buscan el refugio del trabajo funcionarial ha inundado los Parques de Bomberos. Son individuos que están amparados por oposiciones amañadas sin ninguna credibilidad profesional, convocatorias que funcionan como puros trámites administrativos donde los futuros “bomberos” son vistos como números y no como potenciales profesionales, individuos carentes de preparación profesional por la inexistencia de unos estudios reglados para el acceso a bomberos, personajes instruidos en “barracones de formación” por oportunistas que utilizan el tráfico de influencias para colocar sus test en las administraciones y vender titulillos a todo aquel que esté dispuesto a pagar un buen precio.
Y lo lamentable, el drama de todo esto es que entre esa gigantesca masa de opositores estarán muchos bomberos que nunca, ni con esfuerzo, ni con dedicación, ni con vocación podrán ser bomberos. Porque ser bombero es algo que se siente, no que se es por el hecho de llevar un uniforme.
Que nadie se llame a engaño, porque yo he visto a individuos copar plazas de bomberos teniendo auténtico vértigo, entrar lisiados a los que hay que mantener de por vida, gandules empedernidos calentadores de camas al más puro estilo machanguito. Otros que su incapacidad y nulidad les llevará a ocupar puestos sindicales para hacerse intocables, para manipular a los demás, para no aparecer por el trabajo y pasarse el día en la playa con horas sindicales, para conseguir cargos y privilegios. Individuos que justificarán en el “síndrome del estrés post-traumático” su drogodependencia, su alcoholismo, su pereza, su ineptitud, su cobardía o su miedo a ponerse ante el fuego.
He visto a individuos perversos manipular a bobalicones sin personalidad ninguna, con resentimientos hacia los buenos profesionales, carentes de mínima disciplina profesional, chulitos de poca monta que se enfadan y piden explicaciones porque se les manda a una emergencia o se les dice que se pongan el equipo de protección personal. Personajes malévolos capaces de destruir con sus críticas malintencionadas, con sus odios y deformaciones mentales, culpabilizando siempre al otro de sus propias miserias.
Pero cuando nuevamente suene la sirena, cuando esa alarma irrumpa en la cotidianidad de los buenos bomberos, éstos saltarán por la cucaña para acudir a la emergencia. Mezclarán el sudor de su esfuerzo, se abrazarán por el orgullo del compromiso adquirido y regresarán a los Parques de Bomberos para seguir honrando esta profesión que llevan troquelada en el alma.
6 comentarios:
Sólo los grandes como tú deciden dedicarse a una profesión como ésta, me alegro mucho y ya eres un ganador Andrade.
Hola Cristina, tu como siempre sacándome los colores. Te agradezco mucho tus palabras y te mando un fuerte abrazo, deseándote a la vez que todo te salga y vaya muy, pero que muy bien.
Un abrazote grande
Hola Andrade, soy Dani (Cabo de Bomberos de Arinaga), no te conozco personalmente pero he oído hablar muy bien de tí, un compañero tuyo de las palmas me ha enviado la dirección de tu blog para que le eche un vistazo.
Muchas verdades expones en tu página, la verdad es que es muy interesante, con tu permiso cuelgo en mi blog la etiqueta "Mamá de mayor no quiero ser Bombero".
Un saludo compañero.
Hola querido amigo y compañero Dani. Agradezco tus palabras y ya estoy impaciente por conocerte, espero que sea pronto. Para mi es un placer que cuelgues en tu blog este post. Lo que quieras, necesites o desees, si está en mi mano, no dudes en pedirmelo.
Te mando un fuerte abrazo para ti y para los compañeros del Consorcio y les pido que se cuiden mucho. Tú que eres Cabo, vela por ellos que ellos lo harán por tí.
Nuevamente un abrazote.
Hola compañero
¿Sabes que es peor que todo eso que has comentado?
Que tu parque tenga fama de ser uno de los mas dificil de entrar en España, que veas que el peloteo y los enchufes no existen, que se convoque X plazas y no se cubran todas por eso de que no valen enchufes y haya que volver a convocar, que los que entran pongan su empeño no en ser los mejores sino en aprender día a día lo más posible, que veas hasta al ultimo en entrar sacar pecho tras cada servicio bien hecho, que la poblacion te reconozca tu labor, que veas como todos se pegan por montarse en un camion a la hora de dar el cayo y sin embargo, por desgracia, que sea tu jefe quien infravalore tu valía y esfuerzo poniendote mil y una trabas en tus aspiraciones, que solo esté para aplicar un reglamento interno, que no le veas nunca en un servicio, que solo salga en las fotos con los politicos, que no de la cara por ti,en definitiva, que tengas un simple administrativo o secretario, como quieras llamarlo dirigiendo un servicio como el nuestro.
Ufff... Si yo te contara.
Pero bueno, aun con todos estos inutiles y trepas a nuestro al rededor, con nuestro esfuerzo, celo y vocacion sacamos esto adelante para su engorde y para mejor bienestar de quienes s nos reconocen, el pueblo que es por quienes trabajamos y nos esforzamos.
Suerte y un abrazo
Ah, bueno!!!! pero es que esa parte no la he contado todavía, porque aquí también hay de todo. Mientras que en la mayoría de lugares se gozaba de democracia, el sistema caciquil seguía (¿¿sigue??) en pleno vigor por estos lares...
Cuéntame que pasaría si en tu parque un bombero se negara a ir a un servicio cuando es requerido por un Mando y encima le chuleara. Acá, conociendo al cacique correspondiente nada de nada. El paquete casi se lo dan al Mando.
En fin, como empiece a largar, aún acabo en la cárcel, porque como sabes hay muchas cosas que son "vox populis" pero que son muy dificiles de demostrar. Fíjate en lo siguinete:
"Al igual que ocurre con las extorsiones el cohecho, negociaciones prohibidas, malversación y prevaricación, la investigación de cualquier presunto tráfico de influencias es siempre muy difícil, y ciertamente arriesgado. Lo que la criminología entiende como CIFRA NEGRA, que son los delitos cometidos pero nunca denunciados, en el caso de las prevaricaciones, alcanza límites insospechados. Basta la lectura de los artículos 428 al 431 del Código Penal relativos al tráfico de influencias, y unas miradas limpias a ciertas relaciones entre funcionarios o autoridades con algunos individuos para comprender que la criminalística del tráfico de influencias no se desarrolla por muy bueno que sea el abogado o criminalista y demás peritos judiciales porque siempre hay mucho más interés en obstruirla que en facilitarla".
TOMA YAAAAA.
Y esto ocurre con las jefaturas, con los sindicalistas, y con muchos indeseables, pues el que entra en este juego no puede ser mas que un INDESEABLE y como tal se comporta, igualito que lo que me cuentas, en todos los lugares "cuecen habas"
Un abrazo compañero
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