¿Cómo podemos interpretar el registro arqueológico para poder reconstruir cómo vivían y se relacionaban las gentes del pasado?
Y si ya esa pregunta encierra una dificultad considerable ¿qué podemos decir de sus cultos, sus ritos, sus mentalidades, de lo que pensaban…?
Quizá no encontremos nunca respuesta a estos interrogantes, pero la etnoarqueología plantea cuestiones interesantes que son dignas de tener en cuenta.
Un artefacto es un objeto con muchas cosas que contar, por ejemplo, en una flecha hay ciertas características que indican que las hizo un cierto grupo, pero ¿cómo podemos saber cómo se relacionaba y organizaba ese grupo a través de la flecha? Hay un largo camino entre una serie de flechas, hachas de piedra, de azuelas, etc., hasta saber cómo eran usadas y cómo vivía la gente.
Si bien hay ciertos procesos independientes del tiempo y del espacio que pueden hacernos comprender cómo funcionaban ciertas tecnologías, cómo trabajaba la gente y cómo los restos se trasladan al registro arqueológico, es más complicado plantearse un punto comparativo del mundo de las ideas, de su organización social, de las relaciones entre sexos, entre individuos de diferentes tribus, etc.
Pero es aquí donde la etnoarqueología ha demostrado interesantes resultados, pues ha puesto a la luz nuevas interpretaciones de enorme ayuda para la arqueología.
Si en un hallazgo arqueológico nos encontrásemos con una maza tallada ¿cómo podríamos interpretarla? Aquí la etnoarqueología alcanza su máxima expresión, ya que si bien no puede dar respuestas, sí puede cuestionar interpretaciones puramente arqueológicas.
Y si ya esa pregunta encierra una dificultad considerable ¿qué podemos decir de sus cultos, sus ritos, sus mentalidades, de lo que pensaban…?
Quizá no encontremos nunca respuesta a estos interrogantes, pero la etnoarqueología plantea cuestiones interesantes que son dignas de tener en cuenta.
Un artefacto es un objeto con muchas cosas que contar, por ejemplo, en una flecha hay ciertas características que indican que las hizo un cierto grupo, pero ¿cómo podemos saber cómo se relacionaba y organizaba ese grupo a través de la flecha? Hay un largo camino entre una serie de flechas, hachas de piedra, de azuelas, etc., hasta saber cómo eran usadas y cómo vivía la gente.
Si bien hay ciertos procesos independientes del tiempo y del espacio que pueden hacernos comprender cómo funcionaban ciertas tecnologías, cómo trabajaba la gente y cómo los restos se trasladan al registro arqueológico, es más complicado plantearse un punto comparativo del mundo de las ideas, de su organización social, de las relaciones entre sexos, entre individuos de diferentes tribus, etc.
Pero es aquí donde la etnoarqueología ha demostrado interesantes resultados, pues ha puesto a la luz nuevas interpretaciones de enorme ayuda para la arqueología.
Si en un hallazgo arqueológico nos encontrásemos con una maza tallada ¿cómo podríamos interpretarla? Aquí la etnoarqueología alcanza su máxima expresión, ya que si bien no puede dar respuestas, sí puede cuestionar interpretaciones puramente arqueológicas.
Éste es el caso característico de una maza tallada de madera del archipiélago Melanesio, cuya finalidad y función es para matar cerdos en un ritual orientado a los espíritus de los muertos ¿Cómo podríamos interpretar esta maza en el registro arqueológico si carecemos de indicios de matanzas de cerdos? Quizá hubiéramos pensado que era una maza para la guerra o símbolo de prestigio social del que la poseyera.
En este caso la etnoarqueología nos hace que pensar, como lo hace también L. Binford al referirse a las trampas de caída mortal pensada para la captura del lobo, construidas por los Nunamiut en otoño. Binford ha observado construcciones similares en yacimientos asociados con el hombre del Neandertal y también ha observado que muchos de los lugares descritos por los arqueólogos norteamericanos como enterramientos infantiles, son en realidad trampas de caída mortal.
Por otro lado son sumamente interesantes los resultado del etnoarqueólogo Peter White, el cual llevó a cabo un trabajo a gran escala en las tierras altas de Papua Nueva Guinea en 1964. las gentes de este lugar vieron por primera vez al hombre blanco en 1933, con lo cual White llevó a cabo sus investigaciones con gentes que habían vivido anteriormente a la llegada del hombre blanco y por lo tanto en su estado puro.
Peter White, junto con el antropólogo N. Mollesca, cambiaron la visión de la clasificación de las herramientas de piedra como material arqueológico. Pidieron a un grupo de individuos que forman clanes, los “Dunas” que hicieran miles de piedras en un par de semanas y el resultado fue interesantísimo, pues a pesar del hecho de que los artesanos llegaban de poblados con el mismo transfondo cultural y de creer estar haciendo las mismas herramientas, las mediciones probaron notables diferencias en la fabricación, no sólo entre diferentes artesanos, sino también entre individuos, incluso el mismo artesano podía hacerla diferente día a día.
Eso en el análisis tradicional del registro arqueológico podía haber sido explicado como diferencias culturales, por lo que los resultados de Peter White han cambiado la visión de la clasificación de las herramientas de piedra como material arqueológico.
2 comentarios:
Hola li nuevamente yo por aqui , yo creo que no entendere como estas personas hacian esto ademas perforarse la nariz o lengua hay bueno ellos sabrian porque lo hacian ahi esta el meollo del asunto creo yo ademas si todos pensaramos igual no seria mundo , ahora solo toca esperar cuanto mas decubrimientos hacen los arqueologos asi dependiendo de ellos sabremos mas.
me encanta li venir a visitarte ya que yo aprendo cada dia mas de la cultura de los demas.
saluditos
Hola Norma, ¿qué tal están?
Precisamente en la diversidad cultural está la belleza de nuestra especie, siempre con el merecido respeto que se merecen todos los pueblos del mundo.
No obstante, aquellos a los que llamamos primitivos o atrasados comparándolos con nosotros los civilizados, dan un ejemplo singular de sociedad avanzada, que nosotros, a pesar de disponer de los medios y avances técnológicos, no hemos conseguido. Más bien hemos hecho lo contrario, nos hemos convertido en nuestros peores enemigos.
Te invito que leas la 4ª Parte de esta serie para que entiendas lo que digo y te sorprenderá lo que estos seres humanos, "que andan en taparrabos", han conseguido con su estilo de vida. Ya lo quisiéramos para nosotros.
Un abrazo muy fuerte para toda la familia y que pasen un estupendo fin de semana.
Li
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