domingo, 10 de mayo de 2009

El Submundo del Sindicalismo en Bomberos


Difícil es exponer un tema como este, el Sindical, o mejor dicho el Submundo del Sindicalismo Chapucero, sin herir susceptibilidades o molestar a aquellos que verdaderamente con esfuerzo, dedicación y principios realizan una tarea tan importante como es la de representar a los trabajadores, en este nuestro caso, a los Bomberos. Por ello pido de antemano disculpas, pues no es mi intención levantar ampollas en un terreno de tan difícil tratamiento, ni herir las susceptibilidades de nadie.
A la vez es inevitable no percatarse de cómo algunos utilizan el escudo impenetrable del sindicalismo para ocultar otras intenciones algo menos altruistas que no sean las de defender los intereses generales de los trabajadores.
Las motivaciones personales, las ansias de protagonismo, la inexperiencia, la incompetencia, el radicalismo, la irresponsabilidad, la perversidad, la manipulación, la falta de lucidez e inteligencia y un largo etcétera, hacen que un colectivo se vea abocado a sufrir las consecuencias de esos inútiles descerebrados que son toreados por políticos sin escrúpulos, cuando no, utilizados como meros instrumentos partidistas, encontrando en estos fanáticos gratuitos sus más férreos fans, que anteponen los intereses políticos a los laborales, así como los personales, a modo de prebendas, a los del colectivo.
Esta mixtura entre unos y otros actúa como bomba de relojería que desemboca en el desastre, “antes que temprano”, paralizando el desarrollo legítimo de nuestra profesión en pro, claro está, de las “bolsas de oro del señor y sus vasallos”.



En otras ocasiones el cinismo de algunos se hace intolerable cuando se afanan en achacar a los demás su falta de dedicación, encontrando la excusa perfecta para sus regodeos festiveros mientras usufructúan las horas sindicales, como si el resto del personal quedara beneficiado en esos balnearios veraniegos llamados “Parques de Bomberos”, en los que solamente se jugarán la vida en los “incendios y servicios”, velando por el descanso de sus salvadores sindicalistas.
El que más y el que menos, ¿quién no ha visto salir de los despachos Papales a esos fieles condecorados con medallas y galones?
En ese mercadeo de compraventa se reparten títulos y terrenos, se condenan almas terrenales con la conjura del engaño y la conspiración de la “milonga”, con la malicia de la manipulación y la perversión desenfrenada. Personajes y personajillos sin escrúpulos que se ocultan y escudan entre la pasividad de su rebaño, por demás, impávido, bloqueado, trepanado, sin capacidad de reaccionar, ajeno a la injusticia e incapacitado de echarle, por qué no decirlo, un poco de testosterona a las criadillas.



Dios nos libre de esos ególatras buscadores de protagonismo; de esos sindicalistas creadores de listas al más puro estilo fascistas, intolerantes con las otras ideas, con los que aún tienen capacidad de reaccionar y de pensar; conspiradores de despacho, apuñaladores de espaldas, insensibles con el dolor ajeno, lujuriosos con el daño provocado a conciencia, especialistas en anular los derechos de los que no piensan como ellos, de los que no son de su agrado o de los que los dejan en evidencia cuando destapan y descubren sus verdaderas intenciones…

Ocultadores de sus propias incapacidades y fobias, cobardes ante el fuego, pero valientes cuando se esconden detrás de los escritos anonimos insultantes y calumniosos. Metidos a fetiches y consentidores de pintores, pues con la misma brocha que se trazan las letras de las reivindicaciones laborales se insulta y descalifica al compañero, cuando no, amenazan sutilmente en los callejones…



Dios nos libre de reyezuelos de reyes, que aunque firmen como tal se comportan como miserables. Hasta cuando deberemos de soportar a “Conejos de Madriguera” con su pereza insoportable y machanguera; a inútiles “Monjes de Clausura” que no son más badulaques porque no salieron por otro meato; a estirados engreídos creyéndose sabedores de todo y siendo fantasmas de mucho; a indisciplinados toca “bravas”, nacidos para ser chulos de poca monta; a los cogedores de “bajas programadas” que insultan a esta profesión con tan solo su presencia gibosa; a argumentadores de “pa’ zapatos estamos nosotros”, pues con su retraso mental obstaculizan el desarrollo de los trabajadores y los logros conseguidos por los auténticos obreros; a incapaces y cobardes con la manguera, porque mientras otros hacen su trabajo se creen los mejores y más competentes bomberos, sin dudar en ningún momento en achacar a otros sus propias carroñas y miserias mentales.



Ya dije que podría herir sensibilidades, pero nuestro sabio refranero español me lleva a sumergirme en su sabiduría cuando recuerdo sus sabias palabras:

“A quien le pica, ajos come…”

Y a pesar de toda esta podredumbre y a riesgo de parecer contradictorio, creo fervientemente en el sindicalismo verdadero, en el esforzado, en el profesional, en el puro, en el que no deshonra la lucha obrera, en la historia de una clase social sufridora y hecha a sí misma.
Es por ello que en los Parques de Bomberos deberían estar al frente de nuestra representación “Sindicalistas Profesionales”, que supieran lo que tienen entre manos, desvinculados de Bomberos, o sea, que no tuvieran intereses personales. Sindicalistas que informaran adecuadamente sin manipulaciones ni intereses políticos y/o personales, que supieran de leyes, de negociaciones, de cuando movilizar a un colectivo y cuando no, de cómo saber llegar a todos, sin complejos ni prejuicios, que defendieran a todos y cada uno de nosotros y no a un grupo de amiguitos; que no dijeran estupideces y sandeces; que no condenaran al ostracismo a aquellos que no son de su agrado; que no aburriesen con largos alegatos dimisionarios para pasar a desdecirse en la ventanilla de los estipendios; en fin, la profesionalidad hecha sindical.
¿A quién se le ocurriría argumentar que un médico o un abogado tuvieran que ser bomberos cuando nos operan o nos representan en el juzgado?
Lo mismo ocurre con los representantes sindicales ¿por qué tienen que ser bomberos, con sus propios intereses, fáciles de manipular y, cuando no, incompetentes para ese trabajo? Si un representante de la metalurgia tuviera que ser de la misma empresa de los trabajadores que representa habría miles y miles de sindicalistas y no por ello los representarían mejor y más adecuadamente.

También creo, a riesgo de caer en el romanticismo, en el BOMBERO, en el voluntario o al que le pagan por realizar esta profesión (y no por ello mejor profesional que el primero); creo en mi compañero, en el verdadero. Y a pesar de caer en esos tópicos grandilocuentes, siempre he sabido que a mi lado hay auténticos camaradas que caerían conmigo si yo cayera y viceversa, porque compartimos este sentimiento más allá del trabajo remunerado. Son esos compañeros que se rasgan la piel en el hollín del incendio, en esa mezcla de sudor, sangre, cenizas y lágrimas; son esos compañeros que después del incendio, del riesgo, del peligro, de la desgracia, te miran a los ojos y ya está todo dicho; son esos compañeros que “codo a codo” solo saben "de tirar para adelante", sin críticas, sin traiciones, sin tapujos, sin juzgarte, pero a la vez sin hipocresias, sin engaños y sin falsas lealtades; son esos compañeros que aceptan las virtudes, los defectos, los errores, los aciertos... Son esos compañeros que comparten mi mundo, esa parte de mí que es el “Mundo de un Fireflash”